La adolescencia de nuestros hijos (o alumnos, porque también el profesorado lidia con ella) es un reto para muchos padres (y profesores).
Nuestros hijos crecen en un contexto muy diferente del que crecimos nosotros: probablemente más próximo, empático y dialogante.
¿Pero de qué venimos? Posiblemente, a tí, adulto, te enseñaron y educaron con métodos autoritarios incontestables. Y quizás más que autoritarios, tiránicos. ¿Os acordáis del “la letra con sangre, entra”? Los adultos podían golpear a los niños y jóvenes impúnemente. Las figuras o roles y las jerarquías estaban muy bien definidas y delimitadas.
Pero los métodos de hace unas décadas ya no son válidos actualmente. Así que los roles y jerarquías de antaño se desdibujan. Y hay un vacío de referentes.
Así que en cierto modo, podemos vernos como pioneros en el trato y manejo de la adolescencia actual. Si el modelo anterior ya no sirve, es muy normal que padres y educadores andemos desorientados en cuanto a cómo tratar a nuestros hijos o estudiantes adolescentes.
Lo que nos precedió ya no es válido y todavía no está claro un nuevo modelo. Quizás no hay ni siquiera un único modelo, dado que las personas somos diferentes las unas de las otras. Probablemente habrá que abordarlo de forma distinta según a quien tengamos delante. Y ese es el reto.
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