Mitos del crecimiento personal

Hace un tiempo escribí sobre las limitaciones del trabajo con la inteligencia emocional.
Hoy me gustaría reflexionar sobre un mito del crecimiento personal que encuentro con frecuencia.
Como persona interesada en la educación emocional, continuamente estoy formándome. No solo recibiendo cursos sino que leo artículos, libros o entrevistas, o bien escucho charlas (podcasts o vídeos de youtube).
Antes o después aparece el mito de “abrirse” formulado aproximadamente como así:
Uno “debe“…
-Abrirse a la vida
-Abrirse a una relación
-Abrirse a buscar una nueva profesión
Etc.
Tal y como se plantea parece que hay que arrojarse sí o sí, sin medir consecuencias, abriendo el corazón de par en par, y haciendo caso omiso de cualquier emoción no-muy-guai que te provoque la idea de llevar a cabo lo que sea.

Es cierto que para ciertos caracteres (tímidos, vergonzosos, miedosos, personas con tendencia a sentir culpa), en su proceso de desarrollo personal, algo fundamental es salir de lo conocido y explorar lo desconocido, exponerse un poco más, tomar algunos riesgos.
Por ejemplo, que un vergonzoso se anime a decirle a una persona que le gusta.

Lo que me ocurre con algunos de los mensajes del crecimiento personal es que encuentro a faltar una actitud un poco menos triunfalista. ¿Por qué no avisan de la contraparte? Que uno se puede dar contra una pared y luego necesitar su tiempo para recuperarse.

Si te abres a (la vida, una relación, una nueva profesión, una charla pendiente, etc.) ten en cuenta que:
A- La vida te puede hacer pupa
B- Aquella relación con la persona que te gusta, puede no salir bien. Pupa 2.
C- Aquella persona que te gusta, puede decirte que tú a ella no. Pupita.
D- La persona con la que mantienes esa conversación pendiente puede estar en desacuerdo con lo que le has planteado. Pupita 2.
E- Buscar o cambiar de profesión es algo que requiere de tiempo y recorrido. Y quizás tampoco te salga. Pupa 3.

Exploremos, expongámonos, tomemos riesgos… sí, pero con prudencia, con la previsión de que aquello en lo que nos adentramos puede salir bien, mal o diferente a como lo habíamos imaginado.

En este sentido, el terapeuta al que acudí en su día, tenía una manera de proceder más cuidadosa, por lo que le estoy mu agradecida. Siempre me animaba a pasar a la acción y siempre reconociendo las emociones que me movía una circunstancia.
Hazlo, atrévete… Y hazlo a pesar del miedo (o la vergüenza, o la culpa, o x emoción que puediera movérseme en la situación en cuestión). Hazlo con la emoción que te mueva la situación. Pero -añadía- sé consciente que puede no salir bien. Lo haces por tí.

Así que no te arrojes sin más a la piscina. Ten en cuenta que puede no haber agua y la consecuencia será: pupa o pupita.

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