Uno de mis juegos preferidos en los últimos años es contar “lo que la gente no dice” como una forma activa de educación emocional. Esa que en general no hemos recibido.
Atención si eres especialmente una persona joven porque el asunto de la desilusión te va a interesar. Al menos en 20 años. Y es que algo que (CASI) nadie te va a contar es que te vas a decepcionar y desilusionar antes o después y de forma recurrente… si es que ya no lo estás haciendo. Y en parte está bien que así sea.
¿Que qué? Sí, que está bien que sea así. Es un viaje a la humildad.
A mí me hubiese gustado que alguien me preparara para el terreno. En lugar de dejarme vivir en la inopia o en esos mundos waltdisneynianos que tanto abundan.
Así que si no quieres saber por qué te vas a desilusionar, o estás convencido de que eso no te va a pasar, no leas más. Déjalo para dentro de veinte años.
Cuando era adolescente, mi mirada era muy crítica. Tanto internamente como externamente. Miraba al mundo de los adultos y no me gustaban muchas de las cosas que ocurrían ahí; ese mundo en el que antes o después me tendría que unir. Solo encontraba falsedades, mentiras, apariencias, críticas por la espalda.
En mi arrogancia juvenil, creía que yo podría hacerlo mejor. Tampoco me gustaba el mundo en general: me parecía lleno de injusticias, peleas, egoísmos, guerras, hambre. Un mundo violento, basado en las relaciones de poder y de dinero. No sabía qué pintaba allí ni cómo podría encajar en todo eso. Todavía no lo he descubierto.
Ya a finales de mis veinte empecé a darme cuenta que eso de cambiar el mundo para hacerlo un lugar mejor era muy complicado y pretencioso. ¿Por qué? Porque para cambiar ciertas maneras de funcionar y de organizarse requiere ponerse de acuerdo con otros. Y eso es muy complicado. Solo hace falta dar un visitazo a la historia de nuestra especie para ver cómo de difícil es que, en muchas ocasiones, lo hemos resuelto a base de tortazos.
1ª lección de humildad.
Súmale que uno tiene una idea de cómo deberían ser las cosas; pero esa idea no tiene por qué ser compartida ni por la mayoría ni por la minoría. Ni en la base ni en la forma de conseguirlo. 2ª lección de humildad.
De hecho, años más tarde leí en algún libro un dicho chino que dice “Antes de ir a cambiar el mundo, date al menos tres vueltas por tu casa“. Efectivamente, el cambio que uno puede llevar a cabo a menudo se limita a uno mismo. Y no sale a la primera.
Luego hay una lista larga de situaciones que uno cree que va a conseguir satisfactoriamente:
–voy a mantener a mis amigos del alma toda la vida. Pues no. Quizás alguno permanezca. Pero lo cierto es que las personas tenemos un defecto de base que es que nos cuesta ver las cosas como son, sin adornos ni justificaciones. Así que hay amigos que no son lo que parecen y antes o después te defraudan. O al revés. O simplemente, con el tiempo y las vivencias personales, cada uno toma caminos distintos y eso es suficiente para distanciarse.
–voy a encontrar al compañero/a de vida. Y seremos felices y comeremos perdices. La vida en pareja no es para nada como la cuentan las películas y las series. Lo estoy contando en la serie “Los 10 mitos del Amor Romántico” en esta misma web.
–voy a realizar un trabajo que me apasione y me llene. Ojalá sea así. Pero quizás no. Muy probablemente no. El mundo laboral es una fuente de frustración. Nunca es como lo habías imaginado. Si tienes jefe y compañeros de trabajo, porque tienes jefe, compañeros de trabajo o clientes complicados. Si eres El Jefe porque eres el jefe y tienes un montón de responsabilidades que ni te habían pasado por la cabeza. O quizás sobrevives haciendo trabajitos por aquí y por allá porque también existe EL Contexto. ¿Cuántas personas conoces a tu alrededor que estén apasionados con su trabajo? Un poco ésa es la vara de medir. Pero incluso si consigues hacer aquello que te llena, ¿quién te dice que vas a vibrar lo mismo en 20 años? Las personas evolucionamos y quizás en 20 años tus intereses son otros. O quizás ni existe ya aquello por lo que estudiaste. Creo que hay toda una dialéctica épica alrededor del trabajo para hacerlo más tragable.
–voy a triunfar en la vida. Un poco lo mismo que el anterior. En el planeta Tierra hay unos 9 mil millones de personas. ¿Cuál es el porcentaje total de exitosos y triunfadores planetarios? También quizás podríamos flexibilizar la dicotomía triunfo – fracaso.
Así que ¿por qué te vas a desilusionar?
Porque crees que la solución está fuera de ti: en un trabajo satisfactorio, una pareja amorosa, unos amigos que te van a comprender, etc. Eso quiere decir que dependes de los otros. Y aunque es así, en parte dependemos de los otros, hay otra parte que no. No es justo ponerles a los otros unas expectativas propias. No es justo esperar que los otros hagan las cosas para que nosotros nos sintamos bien.
Te vas a desilusionar porque eres egocéntrico y no nos educan para lidiar con nuestro egocentrismo. Por todo ello, la desilusión es un trabajo sobre la humildad.
Imágenes de Pixabay.
Si quieres recibir éste u otros artículos y recursos en tu correo, apúntate a mi newsletter. Puedes darte de baja en cualquier momento.
Si lo que quieres es trabajar algún aspecto de tu relación con la decepción, ponte en contacto conmigo.
1 Comment