Te contaba en el artículo anterior que la autoestima tiene una vertiente social. Evidentemente, además tiene la individual. Un cara a cara contigo mismo. ¿Cómo te llevas con esa intimidad? Y es que, si con alguien vas a tener que convivir de por vida, es contigo. Por eso defiendo llevarse lo mejor posible. En tiempos de fast-food, fast-fashion, etc., las personas van y vienen; sin embargo, el que siempre queda, el que siempre está con las circunstancias y consecuencias eres TÚ.
Desde hace unos años, me llama la atención que a estar con uno mismo se le llama estar solo. En general, a las personas, la soledad nos provoca pavor. ¿Por qué será? Lo cierto es que estar contigo te pone ante la situación de -quizás- escuchar tus pensamientos, sentir tus sentimientos y conectar con necesidades y deseos no cubiertos. Y aquí empieza el lío.
Como he explicado en la web de Blanc!, estar con uno mismo implica lidiar con esa conversación interna constante. Y esta cháchara, si se caracteriza por algo, es por estar llena de visiones divergentes ante una situación. Por eso es súper-normal dudar.
Un ejemplo. Imagina que tienes que presentar un proyecto: a tu jefe, a un cliente, a un profesor. Como todo proyecto, hay una fecha límite de entrega. Algo que podría suceder es que por un lado te digas:
-“Tienes que hacerlo P-E-R-F-E-C-T-O. ¡No puedes fallar! Si no está perfecto, ¿qué van a pensar de ti? Si no lo haces perfecto, ¡eres un inútil”.
Por otro lado, te dirás:
-“Aixxx, ¡qué pereza! ¿No? Tampoco es para tanto. ¿Por qué no sales con tus amigos y te distraes un poco? Y mañana te pones. Seguro que estarás más inspirado”.
O imagina que te gustan dos personas a la vez y no sabes por quién decidirte.
Mantener conversaciones contigo mismo te permite saber qué piensas, sientes y necesitas en realidad. También te permite saber que albergas dudas o qué no sabes qué hacer ante una situación determinada. Te permite reflexionar sobre si puedes hacer algo al respecto. O, incluso, reconocer que quizás no puedes hacer nada. Si es así, empieza el difícil trabajo de la aceptación.
–¿Te das cuenta de que estás enfadado con tu pareja? Quizás tienes motivos de peso. Quizás es el momento de comunicarte con ella en lugar de esperar que lo adivine o castigarle con tu silencio.
–¿Te entristece envejecer? Puedes recurrir a la cirugía estética, cierto. Aunque por mucho que lo maquilles, estás envejeciendo. También puedes optar por enfrentar la pérdida de esa juventud que no volverá. Y valorar algunas de las ventajas de la madurez.
Precisamente porque tienes que vivir contigo de por vida, quieres tener la mejor de las convivencias posibles. Eso implica que buscarás mantener un autoconcepto de ti mismo lo más elevado posible. Vas a querer sentir que eres una buena persona o cualquier otro principio que sea importante para ti. Así quizás te muestres empático con los otros, tratando de ponerte en su lugar, tratando de ayudarles. A menudo, sin embargo, cuando damos, estamos a la vez esperando recibir a cambio: que también te ayuden, que te escuchen, que te tengan en consideración, etc., cuando lo necesites. Te vistes con el disfraz de Buena Persona.
Algunos dicen que hay que dar sin esperar devolución. Reconozco que no he alcanzado este nivel, ni espero alcanzarlo. En mi opinión, los humanos hacemos cosas por los otros, no solo para sentirnos bien con nosotros mismos, sino también esperando un retorno: ese reconocimiento del que hablaba en el anterior artículo.
Así que vas a querer sentirte lo mejor posible contigo mismo. Esto dependerá de cómo actúes en el 3D y cómo te manejes con el constante diálogo interno que siempre está ahí evaluando tus acciones y sus consecuencias. También de cómo lidias con las dudas y las contradicciones. Y adivina qué: normalmente no es muy amable. Por ejemplo, si escuchas y te crees demasiado a tu juez interno, probablemente sientas vergüenza hacia ti mismo. O culpa. O las dos. Por otro lado, e inevitablemente, fallarás en ocasiones. Así que, para contrarrestar al juez interno, se tratará de desarrollar la amabilidad hacia ti.
Por todo esto es importante saber de qué están hechos estos diálogos personales. Así puedes ponerlos en duda, en cuestionamiento y liderar la conversación desde un yo centro.
La salsa está en qué va a pasar cuando falles en esa imagen de Buena Persona que quieres cumplir para tener una buena autoconvivencia ¿Qué pasará cuando entres en contradicción con tus valores y principios? ¿Cómo pasará a ser la intimidad contigo? Probablemente ya habrás experimentado una incomodidad o tensión cada vez que te has saltado alguna de tus creencias, valores, sentimientos y conductas. Tu autoconcepto entra en conflicto. Y donde digo incomodidad o tensión puedes poner lo que quieras: culpa, vergüenza, ansiedad, enfado, tristeza, dolor, etc. Aunque trates de racionalizar o justificar tu cambio de opinión, creencia, etc., para evitar esa incomodidad y salvar la percepción que tienes de ti, a menudo lo emocional te embestirá.
Por lo tanto, como puedes ver, la autoestima es un afecto muy complejo que depende en parte de lo que ocurre a tu alrededor con otras personas y en parte de lo que ocurre en tu interior y como te manejas con ello.
Imágenes de Pixabay.
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